Quiénes Somos

El Secretariado Diocesano de Pastoral Social es una organización eclesial perteneciente a la Diócesis de Apartado Antioquia, a cargo de Monseñor Hugo Alberto Torrez Marín, creada en el año 1988 por el obispo Isaías Duarte Cancino.

Buscamos la verdad, la reconciliación, la justicia y la caridad en las relaciones y estructuras básicas de nuestra sociedad. Nuestro actuar y trabajo siempre son iluminados por el Evangelio y por la doctrina social de la Iglesia Católica. Así consolidamos una labor eficiente y justa en pro de distintas comunidades de las Jurisdicciones Eclesiásticas de todo el territorio nacional.

Desde su creación, la Pastoral Social de la Diócesis de Apartadó ha atendido a las familias víctimas del conflicto armado, sembrando en sus corazones la esperanza y el consuelo; los campesinos y familias que viven en el área rural no han sido ajenos a este acompañamiento, junto a ellos se han fortalecido iniciativas de producción que pretende fortalecer su actividad económica e incentivar el cultivo sano y tradicional de los alimentos que consumimos.

Los jóvenes y niños han ocupado un lugar importante en el desarrollo de esta actividad pastoral. Numerosos proyectos se han ejecutado, brindándoles el espacio para que ellos exploten sus talentos y se conviertan en líderes positivos, siendo protagonistas de los distintos procesos que en sus comunidades se desarrollan.

Cuando las inclemencias de la naturaleza o cualquier otro tipo de emergencia se han presentado en alguna de nuestras comunidades, la pastoral social, en nombre de Cristo y de la Iglesia, acompaña a quienes lo han perdido todo, llevando el consuelo y el bien material que requieren en su momento.

Fundamentos Bíblicos de la Pastoral Social

Toda la Biblia nos habla de una fe que se vive en la historia concreta, y al mandamiento central que nos deja Jesús que está centrado en el amor. Cuando le preguntan por lo más importante, contestó: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu espíritu. Este es el más grande y el primer mandamiento. El segundo es semejante al primero: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos dependen toda la Ley y los Profetas». (Mt 22, 37-40)

Por eso «tanto el anuncio como la experiencia cristiana tienden a provocar consecuencias sociales». (…) «Una auténtica fe -que nunca es cómoda e individualista- siempre implica un profundo deseo de cambiar el mundo» (Papa Francisco en EG 180 y 183).

La Pastoral Social, entonces, ayuda a explicitar esta dimensión social de la fe. No estamos llamados a fugarnos del mundo o a vivir una fe «espiritualista» o encerrada en el Templo.

Ese mandato de hacer de la fe una acción encuentra su iluminación de la misma manera en aquel juicio que sobre el amor se nos hará al final de los días: «Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí entonces los justos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te sustentamos, o sediento, y te dimos de beber? ¿Y cuándo te vimos forastero, y te recogimos, o desnudo, y te cubrimos? ¿O cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti? Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis». (Mt 25, 35ss).

En un sentido amplio los cristianos «hacemos pastoral social» cuando acompañamos a los pobres, rezamos por la paz, nos comprometemos con la justicia, defendemos a los débiles…

Pero en sentido estricto, la Pastoral Social es una actividad «orgánica», es decir, organizada para explicitar en diversos ámbitos la dimensión social de la fe. Por lo general se plantea a nivel diocesano o en la Conferencia Episcopal del país, aunque en unos pocos casos hay también equipos en alguna Parroquia.

Las actividades se desarrollan hacia la comunidad cristiana y hacia la sociedad.

Hacia la comunidad la tarea consiste en sensibilizar acerca de las problemáticas sociales, iluminar con la Doctrina Social de la Iglesia, lograr que los cristianos vivamos la fe de modo integral y sin mutilaciones.

Hacia la sociedad se propone:

  • Escuchar los anhelos y búsquedas de justicia y de paz.
  • Acompañar y alentar a las diversas organizaciones en la búsqueda del bien común sindicatos, cámaras empresarias, organizaciones sociales, partidos políticos…).
  • Vincularse con los diversos niveles del Estado para fomentar caminos de diálogo y amistad social.
  • Proponer el pensamiento social de la Iglesia acerca de cuestiones preocupantes (ambiente, minería, drogas, trata de personas, corrupción…).
  • Acompañar y alentar el desarrollo de la vocación a la política y la participación social.

De la misma manera, en la parábola del buen samaritano queda superada la posición de que el prójimo es el israelita, ya que en ella el prójimo indica con toda claridad a un miembro de un pueblo enemigo; «Pero él, queriendo justificarse, dijo a Jesús: Y ¿quién es mi prójimo?….. Jesús respondió: Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó…. ¿Quién de estos tres te parece que fue prójimo del que cayó en manos de los salteadores?» (Cf. Lucas 10,29-36). Por tanto, la Pastoral Social busca servir desde su esencia de ser cristiano y se deja permear por lo esencial de esta realidad que es el amor mismo. La realidad, la historia de cada persona de la región de Urabá importa por el simple hecho de ser hijo de Dios, superándose toda discriminación de tipo social, político, étnico o religioso.

En el Antiguo Testamento el pueblo de Israel, al mismo tiempo que se convierte ante la Palabra de Dios y celebra los hechos de salvación debe también comportarse y organizar toda su vida social, económica, política y cultural, conforme a los mandamientos de Dios: conforme a la ley (torah) que Dios mismo les revela mediante sus delegados: Abraham, Moisés, los Jefes (Jueces), los Reyes, los Profetas. Dios, de una manera particular les revela que en su organización social deben practicar la justicia y el derecho y auxiliar a los más necesitados como las viudas y los huérfanos. Pide a Abraham que instruya a sus descendientes que formarán el Pueblo de Dios para que se mantengan «en el camino del Señor practicando la justicia y el derecho» (Gén. 18, 19). Ante la corrupción social y religiosa del pueblo el Señor dice: «Busquen el derecho, enderecen al oprimido, defiendan al huérfano, protejan a la viuda» (Is. 1, 17).

En el Nuevo Testamento, Jesús anuncia el Reino de Dios (acción profética) y con su frecuencia se aparta a solas para orar íntimamente a su Padre-Dios (acción litúrgica). Pero al mismo tiempo se acerca a los más pobres y necesitados para aliviarlos en sus dolencias y enfermedades, para liberarlos de la esclavitud del demonio, para promover y dignificar a las personas (Mc. 1, 29-35). Enseña que el Reino de Dios es para aquellos que por amor realizan la acción social de compartir sus bienes y atenciones con los más necesitados carentes de alimento, de vestido, de salud, de libertad (Mt. 25, 34-36). Enseña que la justicia está sobre la misma ley (Mt. 23, 23). A sus discípulos les dice que si «su justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos no entrarán al Reino de Dios» (Mt. 5,20).

Las primeras comunidades cristianas al compartir la Palabra de Dios, la Eucaristía y la oración, también sus bienes materiales (Hech. 2, 42-44; 4, 32-37; 5, 12-16). Para asegurar el servicio a los más necesitados los apóstoles establecen el orden de los diáconos (servidores) a quienes encomiendan esa tarea imponiéndoles las manos (Hech. 6, 1-6).